En enero del 2020 volví a Buenos Aires, bah, mi cuerpo llegó a Ezeiza, con dolor de cabeza, ovarios y una menstruación galopante que decidió aparecer en pleno vuelo cuando no tenía nada que tomar o con que cubrirme a mano. Después de abrazar a mi mama un buen rato, no me quedó otra opción que correr a la farmacia para equiparme de toallitas y medicamentos antes de avanzar. El calor era sofocante ya en Ezeiza, y yo realmente no entendía nada. Pero hoy, un año después, entiendo que el regreso comenzó un par de meses antes de que mi cuerpo aterrizara ese 11 de enero en la ciudad de la furia.